Manuel Preciado es la viva imagen de ese fútbol humilde, de ese que no esta en los focos ni en las portadas. Nunca entrenó a un equipo de alto nivel, pero sin embargo su cara, su voz rasgada, su manera de decir lo que había que decir sin ningún pelo en la lengua le hizo conocido en todo el panorama del fútbol español.
Su altercado con Mourinho por las declaraciones del portugués sobre una alineación del Sporting contra el Barcelona, le pusieron en la cresta de la actualidad haciendo más ruido del que quizá él hubiera deseado, pero al final, el tiempo pone a cada uno en su sitio. Los que criticaron aquella salida de Preciado son los que hoy le lloran en mil y un editoriales, y sin embargo a Mou se lo ganó para la causa.
Se va un trabajador, un auténtico currante del fútbol artífice de 5 ascensos, dos a primera con el Levante y con el Sporting de Gijón. No tuvo tanta suerte en su "casa", con el Racing, donde siempre tuvo que abandonar "El Sardinero" por la puerta de atrás por unas razones o por otras. Hoy se le recuerda tanto allí como en "El Molinón", donde tampoco se fue demasiado justo con su trabajo. Quizás ahora es resultadista decir que, ahora, se ha dado la razón a los que creían que era un error sustituir a Preciado por Clemente. Un Clemente al que ayer apenas se le podía escuchar, embargado por la emoción y la pena al preguntársele en la radio por la noticia del día.
Se va un tipo vitalista, al que la vida le dió tantas patadas, en lo deportivo y en lo personal, que bien podría haber decidido no levantarse, pero no. Era la clase de persona que cuanto más le trataban de hundir más rapido salía a flote, a pesar de que ni su peor enemigo le podría haber escrito el guión de la vida que le tocó vivir, sobre todo en los últimos años donde la desgracia parecía haberse cebado en la familia Preciado.
"La vida me ha golpeado fuerte. Podría haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro, o podría mirar al cielo y crecer. Prefiero la segunda opción"
Así recoge el Marca la frase que podría resumir el caracter de este cántabro que era conocido, querido y, hoy llorado, por todas las aficiones de España sin haber entrenado a un grande, sin haber acaparado ni portadas ni polémicas, sin haber llenado las vitrinas de títulos, siemplemente siendo un tipo cercano, un tipo normal.
Y es que es a la gente normal a los que la vida, puta vida, termina por dar más golpes de los que se pueden encajar.
Maykel Pérez / @greypilgrim
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